La historia de Villa Regina, a través del sacrificio y el esfuerzo de sus primeros pobladores. Los que hicieron grande a esta comunidad y la posicionan en el mundo.
Los primeros pobladores de Villa Regina, fotografiados por el lente de Diario RÍO NEGRO en 1972. |
Cipolletti, conocido por sus notables contribuciones a la ingeniería hidráulica, presentó un plan ambicioso que propuso la construcción de canales para irrigar las tierras, un proyecto que tomó forma en 1907. Su compromiso por atraer inversión extranjera lo llevó incluso a exponer sus ideas en Roma, donde buscó captar el interés de inversores italianos.
Tras la muerte de Cipolletti, en 1923, el ingeniero Felipe Bonoli, uno de sus colaboradores, adquirió 5,000 hectáreas de la finca de Zorilla en nombre de la Compañía Italo-Argentina de Colonización (C.I.A.C.), una empresa que fusionaba capitales públicos y privados. Este acto sentó las bases de lo que pronto se convertiría en la colonia y ciudad de Villa Regina.
El capital inicial de la compañía, de 1,4 millones de dólares, fue destinado a la compra de tierras, que luego se ofrecieron en arrendamiento a familias de colonos. Los primeros habitantes fueron principalmente inmigrantes italianos provenientes de regiones como Friuli Venezia Giulia, a quienes se les prometió la oportunidad de construir un futuro próspero. Cuando la llegada de italianos disminuyó, la C.I.A.C. amplió su convocatoria a compatriotas ya radicados en Argentina y a inmigrantes de otras nacionalidades, como polacos y checoslovacos.
Más de 400 familias fueron seleccionadas en Italia y emprendieron un largo viaje hacia Argentina con la esperanza de establecerse en un nuevo hogar y convertirse en propietarios de chacras productivas. El 7 de noviembre de 1924, se fundó oficialmente la colonia bajo el nombre de Regina de Alvear, un tributo a la esposa del entonces presidente argentino Marcelo T. de Alvear.
A los colonos se les entregaron las tierras con un depósito inicial equivalente al 10% del valor total, y la transacción incluía la entrega de chacras aradas, cercadas y provistas de una casa con un porche, baño y pozo. Las condiciones se estipulaban en un contrato que establecía el pago de una hipoteca anual hasta completar la propiedad.
El ambicioso plan de la C.I.A.C. contemplaba el cultivo de alfalfa, la implantación de viñedos y la plantación de frutales. La visión era transformar el paisaje árido en un vergel, rodeado por largas filas de álamos que flanquearían canales y caminos, salpicado de chacras y pequeñas industrias dedicadas a la producción y procesamiento agrícola, incluyendo bodegas para la elaboración de vino.Sin embargo, los primeros años de la colonia trajeron desafíos imprevistos. Problemas sanitarios como la propagación de la malaria, la salinidad del suelo que dificultaba el cultivo, y la falta de una red eficaz de comercialización de productos, erosionaron las esperanzas de los colonos. La crisis económica de 1929 empeoró aún más la situación, llevando a muchos agricultores a enfrentar una grave precariedad y la posibilidad de perder todo lo que habían invertido.
En medio de la desesperación, los colonos apelaron al gobierno italiano, solicitando la intervención en 1934. Sin embargo, sus peticiones fueron ignoradas, y la compañía continuó ejecutando hipotecas y vendiendo las chacras en subastas. La presión social fue en aumento, y pronto las protestas amenazaron con escalar a disturbios. La iglesia argentina, a través del obispo salesiano Nicolás Esandi, tomó un papel activo en la defensa de los colonos. Esandi intercedió ante las autoridades gubernamentales y buscó mediar con la compañía para evitar un estallido social que pudiera derivar en violencia.
En diciembre de 1950, después de más de dos décadas de lucha, se entregaron los títulos de propiedad a los colonos, marcando el fin de una era de incertidumbre y sacrificio. Las chacras que alguna vez simbolizaron una promesa rota de prosperidad se convirtieron en la base de un floreciente sector agroindustrial, que llevó el nombre de Villa Regina a distintas partes del mundo.
Así, la historia de Villa Regina es mucho más que la fundación de una colonia; es un testimonio de la perseverancia y la capacidad de los inmigrantes para forjar una vida mejor, enfrentando adversidades y luchando por sus derechos. Hoy, las chacras de la región siguen siendo un símbolo de trabajo arduo y de la determinación que permitió convertir un sueño en realidad, con la posibilidad de seguir afianzando futuro.
Por Juan Moro.
*** Publicado en Diario "Río Negro". Suplemento especial 100 años de Villa Regina.
7 de noviembre del 2024.
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